domingo, 12 de octubre de 2014

Agua milagrosa de nuestra señora de el Cisne

EL AGUA MILAGROSA DE NUESTRA SEÑORA DE EL CISNE
Esta leyenda narrará el milagro concedido a un peregrino del Perú, y de la manera como este hombre cumple su promesa a la Virgen de El Cisne.
Una vez conocido el portento de la Virgen, los moradores del pequeño villorio del Cisne se trasladaron a aquel punto denominado Huasir  para comprobar si era verdad que allí había aparecido una pequeña vertiente, pues anteriormente nunca habían encontrado agua en ese lugar. Llenos de alborozo comprobaron la verdad del hecho narrado por el caballero peruano y todos quisieron probar del agua milagrosa de la Virgen, a la misma que encontrárosla dulce y fresca como ninguna.
Desde entonces comenzaron a cuidar de esa pequeña fuente como un lugar sagrado, cuanto más que esa agua empezó a ser llevada como bendita y aseguraban que con tomarla se curaban los enfermos o como lavar un herida se sanaba, etc., etc.
Los peregrinos también llegaron a informarse del particular y  pronto no había persona que no se detuviera allí ya sea para llevarse un poco de esa agua o por lo menos para remojar sus labios implorando la asistencia de la Madre de Dios, siendo digno de anotarse que la pequeña vertiente se convirtió en un pozo de agua perenne que no se secó ni en los ardientes meses de verano, ni con las desoladores sequías que afectaron en diversas épocas a otras regiones de la comarca. La bendita Señora conservó su alianza con los moradores de El Cisne e hizo respetar su promesa de que nunca más faltarían las lluvias para sus sembríos si es que allí se levantaba un Santuario dedicado a honrar a la Madre de Dios.
Una historia más cercana a nuestra época de las bendiciones de la Virgen, es la que nos cuenta el Hermano Juan, perteneciente a la Congregación de los padres Oblatos   que durante 50 años estuvieron al cuidado del Santuario y de la misma imagen de la Virgen del Cisne, que nos dice:

“Hay testimonio de un Ingeniero Parrales, que trabajaba con nosotros en la comunidad, que tenía su niño y tenía asma y que estaba desahuciado prácticamente, entonces el padre Jesús le invita y le van a rezar y hacen lo normal de una petición y como eran conocidos de la Comunidad, se los invita al convento. Suben al comedor están allí, conversan y claro conversando se descuidaron del niño. Una neblina tremenda y el niño se había ido a jugar en la calle. Ellos pensaron que ese desmán era muerte segura. Pero no fue así. El niño se curó y ni más hasta ahora…”
Historias o favores logrados de la Madre de Dios son los que han provocado que los fieles quieran demostrarle su gratitud a través de placas, que son precisamente las que  podemos ubicar al costado izquierdo del santuario, y detrás del Campo Mariano pegadas en las paredes de los alrededores del lugar. Las placas son una forma de agradecer, de hacer  presente su gratitud a la Virgen.

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